Capítulo VII: Katherinna Moody

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Un segundo crujido proveniente de una aparición que no había sido la del Ministro en funciones, en mitad de la noche, es algo que sorprendió a todos. Pero mayor fue la sorpresa cuando encontraron a una mujer morena, con los ojos casi perdidos y vestida como una miembro de alguna tribu perdida de África. Tenía los pelos recogidos en un moño el cual formaba una especie de flor en su nuca. Iba vestida con una falda formada por hojas que al parecer contaban con algún tipo de hechizo para mantenerse unidas. Por lo demás, iba en cuero.

-Ahí va… -dijo George impresionado por lo esbelto del cuerpo de aquella mujer.

Se podía observar perfectamente su edad, ya que las patas de gallo y alguna que otra arruga denotaban que se encontraba por encima de la barrera de los cuarenta años, pero su figura era de infarto. Tenía los pechos grandes y firmes, las piernas largas pero fuertes y una sonrisa que dejaba maravillado a cualquiera.

Las miradas inquisidoras de Molly, Ginny, Fleur y Hermione sobre sus respectivos, estuvo tan cargada de furia por su embobamiento que todos se pusieron firmes y empezaron a toser de una manera exagerada y excesivamente dramática.

 Aun así, todos estaban apuntando con la varita a la susodicha. Esta, con gesto tranquilo repasó con su mirada los rostros de cada uno de los allí presentes hasta clavar sus ojos en los de la señora Weasley.

-¿Mo… Molly? -dijo la desconocida con un acento fuerte y extraño.- ¿E…eres tú?

La señora Weasley se quedó completamente pasmada mientras Harry lo comprendía todo. Aquella mujer sería su nueva profesora de Defensa contra las Artes Oscuras, Khaterinna Moody.

-Kat… ¿eres Kat? -contestó con una sonrisa de oreja a oreja una vez que su gesto dio paso a la alegría, dejando a un lado la sorpresa. -¡Oh por Merlín! ¡Cómo has cambiado cuanto tiempo sin verte!

-Todos hemos cambiado -admitió la hermana del fallecido Alastor Moody mientras se acercaba a Molly para saludarla, dándole un tierno y sincero abrazo. -¡Pero si tienes hijos! -esta se sorprendió al ver a cada uno de los pelirrojos. -Y este debe de ser tu marido -dijo estrechándolo también entre sus brazos. El señor Weasley se ruborizó ligeramente ante la mirada burlona de todos los allí presentes.

Posteriormente, la señora Weasley fue presentando uno por uno a todos los miembros de su familia y al resto de invitados. Como si fuera lo más normal del Mundo, al primero que saludó, que fue a Percy, le dio un enorme besó en los labios. Harry, con los ojos como platos, observó como la mujer introducía la lengua en la boca del aterrorizado Weasley. Cuando se hubo separado, le dijo con una sonrisa:

-Encantada.

El mismo ritual se fue repitiendo con cada uno de los chicos, mientras que a las chicas les daba un fuerte abrazo. Harry y Ron recibieron fuertes codazos una vez que obtuvieron su ración de beso lascivo por parte de lo que parecía una indígena. El mago miró a Ginny con aire compungido y con lágrimas en los ojos por el dolor que el golpe le había propiciado.

Una vez que todo hubo terminado y después de que cada uno de los no solteros recibieran sus diferentes lecciones, la señora Weasley invitó a entrar a la nueva profesora mientras que los demás la siguieron resignados. Dentro, esta, con un movimiento de varita hizo que sendas tazas de té aparecieran frente a ellos mientras que Katherinna se disculpaba por llegar tan tarde.

-Me he perdido y acabé cogiendo un traslador el cual me llevo a Rumanía, un absoluto desastre -dijo con su peculiar acento marcado. -Con todos los años que llevo en Madagascar ni si quiera he hecho el examen de aparación, esta vez lo he hecho de manera ilegal -afirmó con una sonrisa divertida.

-Pero… -comenzó a decir la señora Weasley.

-Ni yo me explico por qué he vuelto, Molly -le cortó la profesora, -no vine para participar en la guerra, pero la muerte de mi Shá, que es esposo en su tribu me hizo quedarme bastante sola. Tras enterarme de la muerte de mi hermano… bueno, quise venir a darle mi último adiós. No sé nada de su vida, de hecho, hace muchos años que no hablo con él y ahora es demasiado tarde, ¿cómo fue, Molly?

Todos quedaron en silencio durante algunos segundos dudando de cómo explicaría la señora Weasley la muerte de su hermano por culpa de una cobardía.

-Bueno, murió en una misión frente al mismísmo Voldemort -contestó.

Aunque la profesora no se escandalizó, sí que miró sorprendida a su interlocutora para después sonreír complacida.

-¿Ahora lo llamáis por su nombre? -preguntó curiosa.

-Bueno, es algo que Dumbledore y Harry nos han ido inculcando poco a poco -contestó.

-¿Harry? ¿Te refieres a Harry Potter? -dijo visiblemente emocionada.

-¡Si te lo presente antes! -afirmó la señora Weasley mientras le indicaba a Harry que se acercase.

Este, un poco embarazado y ante la atenta y severa mirada de Ginny, se dirigió hacia la porción de sofá que ocupaba la nueva profesora de artes oscuras. Esta abrió los ojos denotando impresión para agarrarle por el brazo derecho y tirar de él hacia sí.

-Así que eres tú aquel que derrota a Voldermort… -susurró observando cada facción del chico.

En aquel momento Harry se sentía como un mono de feria al que estaban exhibiendo públicamente. Además, a este nunca le había hecho ni pizca de gracia que lo tocaran y manosearan de aquella manera tan poco pudorosa. Con una sonrisa sumamente forzada afirmaba a todo lo que la profesora le decía.

-Supongo que este año en Hogwarts no tendrías por qué recibir mis clases -le dijo con una sonrisa dibujada en su rostro mientras sus pechos se movían de aquí a allá. -Si has sido capaz de la proeza más grande del siglo XX, no creo que las necesites.

-Bueno… -dijo este completamente ruborizado, -en realidad no soy tan bueno. Todo esto ha sido un cúmulo de actos que han tenido detrás mucha fortuna.

La conversación se postergó durante varios minutos en los que Katherinna alabó las cualidades mágicas del chico. Este, intentando escapar miraba suplicante a Hermione, Harry, Ginny, Ron, George y Percy que se mofaban de él realizando todo tipo de burlas. Al final, todos acabaron por decidirse a dormir bastante exhaustos.

El día -y sobre todo la noche- había sido muy intenso. En primer lugar, por el partido de quidditch, y principalmente por el testamento de Lupin y la llegada de la nueva profesora de Defensa contra las Artes Oscuras.

El salón se fue quedando vacío hasta que solo quedaron Ron y Hermione sentados en un sofá, y Ginny y Harry sentados justo en frente. Ron bostezó con fuerza haciendo que el mago no pudiera evitar sonreír.

-¿Qué pensáis hacer después de Hogwarts? -dijo Hermione.

La pregunta no cogió a Harry por sorpresa pues desde que había terminado la guerra, por su cabeza habían pasado todo tipo de preguntas, entre las que se encontraba aquella que acababa de formular. El mago había dudado seriamente varias opciones, pero al final se había decidido por la que siempre había deseado.

-Supongo que empezaré la carrera de auror si es que me va bien este curso-respondió mientras notaba la mano de Ginny sobre su rodilla derecha.

-Yo intentaré hacer lo mismo -continuó Ron, -aunque tendré que compaginarlo con el trabajo de la tienda de Fred y George. Por si no lo sabíais me ha ofrecido un puesto de vendedor que creo voy a aceptar cuando termine séptimo.

-No sabía nada sobre esa oferta -le dijo Hermione sonriendo de alegría mientras esperaba la respuesta de Ginny.

Esta tardó varios segundos en contestar:

-Este año los equipos de la liga de quidditch están buscando nuevos jugadores -dijo con voz tímida, -si todo va bien, creo que podría dedicarme un par de años al deporte.

Harry se quedó pasmado. Aunque nunca lo había pensado, la idea de Ginny era bastante buena, pues tenía una calidad deportiva impresionante. Como cazadora en el equipo de Gryffindor había sorprendido a Harry, su capitán, en los primeros partidos que habían disputado, estando a la altura e incluso superando a grandes jugadores de la Escuela de Magia y Hechicería.

-¿Y tú, Hermione? -le preguntó Ginny con amabilidad.

-Intentaré prepararme unas oposiciones para un puesto en el departamento de control de criaturas mágicas -contestó, -me gustaría seguir defendiendo los derechos de los elfos desde dentro, por supuesto.

Con tales expectativas de futuro, los cuatro decidieron irse a dormir. Ron y Harry dormirían en el mismo dormitorio, pero el primero abandonó el salón con más velocidad que el segundo, el cual rezagado, tomó una decisión que llevaba meditando desde hacía unos minutos.

-Mañana iré a Grimmud Place, por la mañana, debería de adecentar la casa porque espero poder pasar bastante tiempo allí -le dijo a Ginny, la cual se encontraba detrás suya. -¿Quieres acompañarme? Iremos en escoba.

-¿No crees que también deberías ir a ver al hijo de Lupin y Tonks? -le dijo esta con una sonrisa a la par que le pasaba un brazo sobre los hombros. -Iré, por supuesto.

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