Capítulo X: El Wizengamot

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-¡Os dije que no fuerais solos! -les grito Molly Weasley a Harry y a su hija cuando los vio aparecer montados en sus escobas. -¡Kingsley ha estado aquí para contarnos lo que ha sucedido! ¿Pero es que acaso…?

-Mamá conseguimos aturdirlo -dijo Ginny con resignación mientras se echaba la escoba al hombro.

-Eso no es una excusa para que no os regañe -contestó malhumorada. -Y a ti también Harry querido, ya eres de la familia.

Ante este comentario Ginny se ruborizó ligeramente y Harry tosió más fuerte de la cuenta para después comenzar a andar en dirección a la irregular edificación que hacía las veces de casa.

-¡Harry! -exclamó Hermione cuando los vio aparecer por la puerta de la cocina para después correr a abrazarle. -¿Estáis bien? ¿Os ha pasado algo? -esto último lo intercambió con sucesivas miradas a los rostros de Ginny y el mago.

-Es la primera vez que te enfrentas a un mortífago sin nosotros colega -dijo Ron con una sonrisa quitándole hierro al asunto.

-Hemos tenido suerte -contestó Harry en tono apático.

-¿Qué te pasa? Estas raro -preguntó el pelirrojo.

-Nada.

Hermione y Ron cruzaron una mirada de curiosidad con Ginny, que por lo bajo y mediante señas les hizo entender que después hablarían.

-Por cierto, Harry, ¿qué tal con Ted Lupin? -añadió la señora Weasley.

Este esbozó una sonrisa forzada mientras cogía los tenedores con las manos, olvidándose por completo de usar su varita esta vez.

-Está bien -contestó.

En realidad, no tenía ni idea de cómo estaba. Ni si quiere le había dado tiempo a observar los rasgos de su ahijado. Le hubiera gustado cogerlo en brazos y pasárselo a Ginny, verlo de cerca, cuidarlo en definitiva como gesto de agradecimiento a sus padres.

Lo único que Harry tenía en mente eran los gritos de Andrómeda desquiciada por la muerte de sus seres queridos. Ginny y Harry habían salido a paso ligero y se habían montado en sus escobas con la intención de no volver más. Al fin y al cabo, para él no era una gran pérdida. Aunque si estaba dispuesto a luchar por el pequeño Teddy.

Apartados, la menor de los Weasley les contó a Hermione y a su hermano lo que había sucedido en casa de los Tonks. La primera, escandalizada, miró a Harry con una pizca de tristeza dibujada en su rostro.

-No tienes que sentirte culpable por nada -le dijo Hermione mientras ambos ayudaban a la señora Weasley a poner la mesa. -El dolor seguramente le estará haciendo buscar un pretexto por la muerte de su esposo y de Tonks.

Harry afirmó en silencio. Aunque el argumento de Hermione era plenamente válido, el sentimiento de culpabilidad que había sentido a lo largo de los dos o tres últimos años y que había conseguido hacer desaparecer poco después de la caída de Voldemort había vuelto con fuerza al ver el rostro marcado por la desesperación de aquella mujer. Al fin y al cabo, Harry pensaba que al haberse erguido el representante del bando de “la luz”, las bajas del mismo eran todas por su culpa. De hecho, hasta los consejos y expresiones de sus más allegados eran un bálsamo inútil para la tristeza que le embargaba.

Desorientado, dejó caer con ayuda de su varita el último plato en la mesa y comenzaron a comer todos. Harry, apático, se sentó entre Ginny y Katherinna Moody, la nueva profesora de Defensa contra las Artes Oscuras.

-Vamos chico -le decía mientras cogía un enorme muslo de pollo y lo despedazaba con los dientes, -bastante has tenido tú perdiendo a tus padres, a tu padrino y teniéndote que enfrentar con Voldemort.

Pero le habían dicho tantas veces aquellas mismas palabras, que apenas tenían efecto. Sonrió casi divertido al observar como todos contemplaban el repugnante espectáculo que estaba dando la profesora comiéndose el pollo como un verdadero animal. Esta levantó la mirada al notar todos los ojos de la reunión clavados en su ser.

-¿Pasa algo? -dijo con la boca llena de aceite y especias, -¿estoy manchada?

-Un poco en los labios -dijo Hermione con una tímida sonrisa señalándose la comisura de los labios. En realidad, era mentira, estaba completamente llena de restos de comida.

Harry tuvo que sonreír ante lo irónico de la situación. ¿Aquella mujer les iba a dar clases? Aunque era cierto que él y sus amigos habían tenido relaciones más estrechas de lo normal con sus profesores, aquello ya era demasiado.

En medio de estas cavilaciones, la puerta de la cocina se abrió para dar paso a Arthur Weasley. Tenía gesto de cansancio, pero sonreía tímidamente. Cuando se sentó y hubo saludado a todos, como era costumbre se acercó a Harry.

-Me han contado que Ginny y tú os habéis sabido defender muy bien -le dijo en un susurro.

Harry sonrió a la par que el señor Weasley se aclaraba la voz. Momento en el cual resto guardaba silencio pues era gesto de nuevas noticias.

-Mañana tendrá lugar la primera vista en el Tribunal del Wizengamot -afirmó. -Yaxley será uno de los acusados. El Ministerio está acuñando un nuevo término para designar a los mortífagos, los cuales van a ver restringidos sus derechos.

-“¿Restgggingidos?” -preguntó curiosa Fleur, que estaba sentado junto a Bill.

-En efecto. Se podrá utilizar la poción veritaserum o la legeremancia. El tribunal ha estado a punto de aceptar la tortura con la maldición cruciatus, pero el Ministro se ha negado a tiempo.

Con parsimonia se llevó un trozo de pollo a la boca.

-¡Por cierto! Que despiste… -dijo levantándose de su asiento para coger la capa que había dejado colgada en el perchero de la entrada. De la misma cogió un pergamino con el sello ministerial y se la entregó a Harry. -Ginny y tú tendréis que ir mañana a la vista en calidad de testigos, ya que se le acusa de allanamiento de morada, por supuesto. Tú ya conoces la sala, Harry.

Al mago le vino a la mente aquella sala circular con todos los dementores en el techo, esperando su parte. Un escalofrío le recorrió el cuerpo.

-¿Qué ha sido de los dementores, señor Weasley? -preguntó.

-Si te soy sincero, en el Ministerio no tenemos noticias de ellos. Hay otras criaturas como vámpiros que si nos están dando problemas. Pero los licántropos y los dementores están completamente desaparecidos -contestó. -No es un tema que le preocupe actualmente al Ministerio -añadió. -Aunque en lo referente a los licántropos, me han comentado que en una investigación han encontrado a un hombre semi-transformado, algo bastante extraño si me lo permitís.

Tras aquel interesante flujo de información y completamente saciados, todos se levantaron con intención de quitar la mesa.

-No os preocupéis, lo haré yo -dijo Percy con una flamante sonrisa ante la atenta y apacible mirada de Katherinna Moody.

Harry bufó impasible ante aquellos gestos y subió a la habitación de Ron junto con George, Hermione y Ginny. Hacía ya mucho tiempo que no compartían una charla como aquella, de amigos.

Al llegar, Ron abrió las ventanas y Hermione hizo un embrujo meteorológico para que bajara un poco la temperatura, pues aún hacía calor.

-¿Qué vais a decir mañana en la vista? -dijo Ron. -Seguro que la sala estará plagada de aurores.

George sonrió, aunque con un poco de apatía, por lo que Harry pudo notar. Tras la muerte de Fred no había vuelto a ser el mismo. Ya no gastaba bromas, ni si quiera llegaba a proferir una carcajada.

-No sé -contestó Ginny. -Supongo que Harry que tiene más experiencia -bromeó, -sabrá que decir.

Harry la miró con el ceño ligeramente fruncido olvidando por aquella noche la escena en la casa de los Tonks.

-A mí, en la vista de hace tres años no me dejaron hablar -informó. -De hecho gracias a Dumbledore no me expulsaron. Si hubiera sido por mí….

-Vais a presenciar la primera vista de lo que “El Profeta” denomina la segunda persecución mágica -inquirió Hermione.

-¿Persecución mágica? -dijo Ron en tono sarcástico.

-Si, listo. De hecho, tras la primera guerra, el Ministerio aumentó muchísimo el número de aurores y dio permisos para matar sin contemplaciones a los mortífagos. El profesor Binns, si, a ese al que no escucháis, dijo en una clase que la gestión de aquella época fue duramente críticada porque llegaron a matar a gente que posteriormente se demostró que era inocente.

-No creo que Kingsley deje que pase esta vez…

-Kinsgley es un ministro en funciones, está ahí como un muñeco de paja. El Wizengamot es el que maneja el asunto, Ronald -afirmó Hermione. -Y además, “El Profeta” dice que Emereld Velith, la nueva Presidenta, es bastante dura y conservadora.

-Nunca he escuchado hablar de ella.

-No me extraño -Hermione sonrió, -ha estado los últimos diez años de su vida en la escuela de las Brujas de Salem, dando encantamientos me parece. Pero lo más curioso de esta noche es lo que ha dicho tu padre sobre esa semi-transformación.

-¿Por qué? -preguntó Harry.

-¿No os acordáis de la clase que nos dio Snape en tercero sobre los licántropos?

-Bueno…

-Pues afirmaba que la transformación es tan poderosa que ninguna sustancia ni ningún hechizo puede parar el proceso en sí. Por lo que es imposible que se quede a medias.

-Eso se lo dejaremos a Katherinna Moody este año -dijo Ron poniendo los ojos en blanco al escucharse de nuevo los crujidos de la noche anterior.

-¿Qué eso? -dijo Hermione casi asustado.

-Clases personales de defensa contra las Artes Oscuras -dijo Ron guiñándole un ojo a Harry, el cual soltó una carcajada.

[…]

La pareja se tuvo que levantar sorprendentemente temprano para poder llegar a tiempo a la vista. Decidieron salir con casi una hora de antelación para no perder detalle de aquel importante acontecimiento. El señor Weasley los invitó a desayunar en una cafetería cercana a la entrada de visitantes del Ministerio. Más tarde, los tres se apretujaron en la cabina telefónica para adentrarse en las profundidades de Londres.

-Buenas tardes -les dijo la recepcionista del Ministerio, -deben de dejar aquí sus varitas y colgarse esta chapa, por favor.

Los dos chicos hicieron caso -Arthur no pues él era trabajador-y bajaron en el ascensor hasta la Sala del Tribunal. Cuando Harry miró hacia el techo suspiró aliviado al no encontrar ni rastro de los dementores. Ginny se quedó enmudecida ante la cantidad de personas que había allí. Kingsley, que presidía aquella “ceremonia” los saludó con la mano.

-Yo me voy chicos, tengo trabajo, nos vemos cuando termine.

Cuando tomaron asiento en un espacio reservado donde ponía “Testigos”, Harry pudo observar a cuatro personas -entre las que se encontraba Yaxley- con la cabeza agachada y fuertemente encadenados. Además, por cada silla había una pareja de aurores.

-¿Quiénes son? -le preguntó Ginny agarrándole la mano.

-Uno es Yaxley, a los otros no los conozco. No creo que fueran muy cercanos a Voldemort.

El murmulló que se había formado en la sala enmudeció ante los tres golpes que dio en la mesa Kingsley Shacklebolt, el Ministro.

-Da comienzo la primera vista para la erradicación de la organización criminal formada por Tom Riddle en la segunda mitad del siglo XX.

Harry se sorprendió al escuchar el nombre de Tom Riddle. Por supuesto no fue el único, ya que hacía años que nadie llamaba así a Voldemort. Incluso los cuatro acusados levantaron la mirada.

El juicio fue una sucesión de preguntas a los mismos que negaron con rotundidad durante más de una hora. Nadie excepto Ginny y Harry parecía inmutarse.

-Los juicios de este tipo siempre son así -dijo un mago anciano que estaba sentado a su lado. -Yo estuve en el juicio de los Lestrange y algunos en un primer momento también lo negaron todo.

-Como el Tribunal del Wizengamot sabe que estáis mintiendo, se procederá a suministraros veritaserum.

Dicho esto, los aurores hicieron que todos tragasen el líquido verdoso que guardaban en frascos pequeños.

-Repetiré la pregunta: ¿Formasteis parte del grupo denominado Mortífagos y trabajasteis bajo las órdenes de Voldemort de manera libre?

-Si -contestaron los tres al unísono.

-¿A cuánta gente habéis matado a lo largo de todos vuestros años junto al señor Tenebroso?.

-Veinte, diencinueve, cuarenta y ocho -el último que habó fue Yaxley, que incluso llegó a sonreír ante la mirada sorprendida de todos.

-A ti, Yaxley, se te acusa de allanar la morada del señor Harry James Potter. Señor Potter, señorita Weasley, póngase en pie. ¿Es cierto que ayer vieron al acusado entrar en su domicilio?

Los chicos afirmaron en silencio.

-¿Cómo lo hizo, Yaxley?

-Hace muchos meses, Harry Potter y sus amigos, traidores todos a la sangre, llegaron al Ministerio por algún motivo que ahora desconozco. Cuando se marchaban -esto lo dijo en tono irónico, -pude unirme a ellos y encontrar su domicilio. La puerta no estaba cerrada con ningún encantamiento excesivamente prodigioso y pude abrirla sin ningún problema. Además, he estado viviendo allí, en la casa de los Black durante meses y meses.

-Puede sentarse señor Potter.

-¿Algo más que deba decirnos, Yaxley?

-Sí. ¡¡Nosotros matamos a Lucius Malfoy!! ¡¡Nosotros mataremos a todo aquel que traicionara y venciese al Señor Tenebroso!! ¡¡Porque aunque ya no este aquí, pervive en nuestro interior como nuestra único Señor!! ¡¡TÚ TAMBIÉN MORIRÁS HARRY POTTER!! ¡¡TÚ Y TODA TU ESTIRPE!!

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